Páginas

.

.

miércoles, 21 de febrero de 2018

"La justicia que necesita el pueblo" - Carta de Hebe de Bonafini

No sientan que estoy dando una clase, estoy contando cosas que me pasaron en mi vida y cómo traté de enfrentarlas y de cambiarlas, y desde muy chiquitita pelear por lo que yo creía que era justo. La injusticia yo pensaba que nunca me iba a llegar, siempre tenía miedo a algo, pero yo decía cómo me iba a ir tan bien, los chicos no se enferman (uno siempre uno piensa en los hijos, que no les pase nada), no me dan trabajo, se portan bien, nunca tuve p roblemas yo decía. ¿Será que me va a pasar algo grave? Y pasó. La primer cosa que me pasó, que me sacudió, como algo de mucha injusticia, es que un joven, un compañero de mi hijo mayor, que se llamaba Lavalle de apellido, se fue con la gente de Tucumán, co n los compañeros del ERP que estaban en Tucumán, y en la primer batalla lo mataron. Digo batalla porque la verdad fue una encerrona, que mataron a un montón de pibes y lo mataron a él. Inmediatamente de eso empecé a ver la otra parte de la injusticia, cómo los chicos hacían justicia. Entonces viene mi hijo y me dice “Mama, mirá hay que cambiar de casa a algunos pibes porque eran amigos de Pinino y los van a venir a buscar. Hay que armarles una casa. ¿Qué me podés dar vos para armar la casa?”. Y qué sé yo, l e digo, mirá en el fondo vos sabés que tengo mucha ropa, yo la guardo, la plancho, la acomodo. "No mamá" dice, "así hacen los ricos, dan lo que les sobra. Yo quiero que me des algo que te cueste darme". Y digo qué sé yo, no sé que precisas. "No, no, yo pre ciso algo de la cama". Y fue y me sacó el colchón, las frazadas y las sábanas. Y se llevó todo. Y yo me quedé pensando. Y él entonces me dijo “ porque nosotros somos los encargados de todos los compañeros, darles la solidaridad, que es una manera de hacer justicia”. Y yo no entendía demasiado pero bueno, mi marido que se quedó muy enojado, “¿Y vos por qué dejaste que se lo lleve?”. Nada, le digo yo, cuando quise darme cuenta se lo había llevado. Y esas cosas a uno lo van formando. No sabés qué es justicia y qué es injusticia. Cuando lo vas elaborando te das cuenta cómo ellos trabajaban, cómo ellos se acompañaban. No sé si ahora hay tanta capacidad como tenían ellos para ver las cosas. Y después la injusticia cayó de lleno en mi casa. Los chicos crecieron. Es tudiaban, trabajaban, cantaban, iban a la uni. Se enrolaron en una tarea impresionante que es querer hacer la revolución. Estaban convencidos que iban a poder, y eso nació a partir de la injusticia. La injusticia era que había llegado López Rega con mucho poder. Mataba a los pibes en la calle. En la Universidad se había formado algo que eran los pibes más fachos que se llamaba CNU, que mataban en la Universidad como si fuera nada, y nadie los perseguía a ellos, ni nadie les decía nada. Todo se tapaba, todo era un silencio. A partir de esa injusticia, de esa persecución, de esa cosa increíble, es que los chicos nacieron a querer hacer justicia, y la justicia era que el pueblo tuviera lo que le correspondía, que tuviera comida, que en ese momento no tenía, que se pusiera en prisión a los mataban a los jóvenes, hombres y mujeres, que ya te invadían la casa, venían de noche, te metían miedo. Eso lo aprendí después, cuál era la justicia y cuál era la injusticia. Siempre los pueblos nacemos y nos hacemos revolucion arios y combatimos a partir de la injusticia. La justicia es una palabra, como la libertad, después tiene un contenido. Así que fue muy duro para muchas familias, porque en la época de López Rega ya desaparecieron casi 600 pibes. No desaparecieron, los mat aban y los dejaban tirados en la calle para que el pueblo tuviera miedo. Y nadie decía nada. Era todo secreto, que es parte de la injusticia. El silencio es injusticia. Y el grito del pueblo es la justicia. Y bueno, cuando llegó el terror también a mi casa empecé a sentir la injusticia con más profundidad. Me clavaban como cuchillos todo el tiempo en el cuerpo, porque a partir de la desaparición de una persona, o dos, o tres, de tu casa, ves cómo todo el mundo comete la injusticia del silencio, si un vecino que ve y que no quiere decir, del desprecio con que nos trataban los jueces, de la complicidad de los curas de la iglesia que vos ibas creyendo que te iban a dar una mano. (...) A nosotros nos habían hecho creer que había que llevar todo a Naciones Un idas, porque ahí sí había justicia. Que Naciones Unidas iba a encontrar a nuestros hijos. Entonces nosotros empezamos a querer mandar a Naciones Unidas todo. Pero tenías que mandar un certificado que habías hecho el Hábeas Corpus pidiendo por tu hijo. Pero los jueces no te querían dar ese papel, porque ellos decían que no era un almacén, que era un juzgado, que un recibo te los dan en un almacén. Si te enojabas mucho con el juez y lo puteabas o le decías lo que sentías, porque lo que estaba cometiendo el ju ez era un acto de injusticia, te ponían presa. Mucha gente no sabe eso, te ponían presa por reclamar un papelito. Como acto de justicia se nos ocurrió a dos o tres madres robarle al juez el sello y la hojita. Entonces cada madre que presentaba el Hábeas Corpus, como el juez no se lo daba, lo hacíamos nosotros. Fotocopia, sellito y firma del juez. Pero había madres que tenían miedo, decían “no, pero ¿Qué estamos haciendo?” No, les decía yo, no estamos haciendo nada malo. Él no nos lo quiere dar y nosotros fa bricamos algo como de desesperación, para que Naciones Unidas recibiera la denuncia. Y en ese acto de justicia e injusticia nos dimos cuenta que Naciones Unidas tampoco servía para nada. Y la injusticia tiene que ver con la mentira también, tiene que ver con las palabras, cómo se emplean las palabras, y cómo se miente. Muchas veces dicen que con una mentira no pasa nada, no a veces no pasa nada, pero la mayoría de las mentiras hacen asesinatos, porque a nuestros hijos los asesinaron porque todo el mundo de cía que eran terroristas que mataban a la gente, que le iban a sacar la plata a los que tenían. Nada más mentira que eso. Y una sociedad se calló, soportó todo lo que pasaba, porque estaba convencida que nuestros hijos eran terroristas, que nosotras éramos madres de terroristas, sin analizar que nuestros hijos lo que estaban haciendo era salvar a la patria de esos monstruos como López Rega, y los milicos, y los acompañantes, y la policía, y los empresarios, y los Martínez de Hoz, y la iglesia, y los curas. Porque en ese momento los sacerdotes, la mayoría de los sacerdotes, cobraban sueldo de juez de instrucción, usaban zapatos de militares, y muchos de ellos usaban armas. El sacerdote de la cárcel de la nueve, que yo lo conocía porque era el hijo del peluqu ero de mi barrio, que se llamaba Montaña, yo un día le pedí una entrevista para ver si mi hijo no estaba ahí en la cárcel por casualidad o por no sé qué, y cuando llegué tenía la pistola arriba de la mesa. Osea pasaron muchos años, y todos me decían "¿Vos vas a contar eso?" Sí. "¿Y lo vas a contar en La Plata?" Sí ¿Dónde lo voy a contar?. Por eso la palabra, que tiene tanto valor, hay que usarla. Si uno tiene la verdad y sabe que es así, no hay que tener miedo. ¿Qué va a pasar? ¿Quedó bien, no quedó bien? ¿ Es muy guarango, es muy grosero lo que digo? (...) Nosotros muchos años creímos que los hijos iban a volver, muchos años. Recién en el '79, cuando vino la Comisión, nos dimos cuenta que los habían matado a todos. Pero no todas las madres se dieron cuen ta de eso. Una familia de La Plata, el padre de una  familia de La Plata, que no lo voy a nombrar porque es muy conocido, tenía una fortuna en medallas de oro mexicanas, que a partir de algo que ocurrió llevaba todos los lunes no sé cuántas monedas al cuerp o uno del ejército para que lo atendiera Rualdez, para que le abriera el portón. Pasaba uno y en el segundo portón había que dejar no sé cuánto, nunca me dijo cuánto, sé que dejó todo ahí y nunca lo recibió Rualdez. La injusticia tiene muchas caras, a veces muy encubiertas. Cuando te dicen que esperes, que vas a un lugar, y que vas a otro, y que presentas cosas. La mayor injusticia para mí se hizo cuando se armó la CONADEP, porque hacernos otra vez esperar a las madres, hacernos otra vez denunciar a las madres, otra vez llevar todo, si ya estaba todo en los tribunales, si ya teníamos cantidad de denuncias en los tribunales, cantidad en todas partes del mundo, que no había quedado lugar que las madres no mandáramos cartas, denuncias, papeles, Hábeas Corpu s, fotografías y de todo. Y resulta que te hacen esperar, hay que esperar. Se abre la CONADEP, toda la gente estaba enloquecida. Creían que te iban a encontrar el hijo. Y las madres dijeron no vamos a ir a la CONADEP. No vamos a llevar nada, ya está todo e n todos lados. ¿Por qué tenemos que hacer otra vez cola para denunciar, cola para llevar, otra vez la esperanza de recuperarlo? Porque es muy duro. Algunas somos más incrédulas, más fuertes, más locas o como quieran decir, y entonces vos no creés, decís no , a mí no me van a engañar, yo no voy a ir. Pero hay madres que sí, y tenían una esperanza con la CONADEP que era impresionante. Encima les mentían cuando iban. Les decían cosas que no eran verdad. Por eso cuando se habla "ay qué injusticia" de cosas que s on simples, hay que llamarles de otro nombre. Porque la injusticia es esa del engaño de la vida y la muerte, el engaño de que va a volver y no vuelve, de que lo esperés, que va a venir, y no está. De que está en tal cárcel y no está. Por más que condenen a los militares y hagamos 200 mil juicios nunca va a haber justicia, porque es muy grande y muy horrible lo que pasó, y las torturas que le hicieron a nuestros hijos fueron muy espantosas, y destrozaron nuestras casas, nuestros hogares, nuestras familias, n uestros maridos y los hijos que nos quedaron. No éramos más una familia, no existió nuestra familia, la desaparición fue de todos: los hijos porque no los vimos más y las familias porque no fueron más las mismas. Entonces para mí los juicios, nada, yo te d igo la verdad, me parece bien que vayan presos, pero nunca fui a un juicio, porque no me bancaría estar adelante de alguien que sé que mató sin reventarle la cabeza a trompadas. No puedo, es más fuerte que yo. Y no es que soy mala ni que soy violenta, no, es demasiada la bronca que se acumula. Entonces la injusticia tiene que ver con muchísimos hechos, tiene que ver con la mentira, tiene que ver con la complicidad. No es solo una palabra. Vos pensá que los capellanes del ejército tenían un poder impresionan te: son los que bendecían a los que tiraba a nuestros hijos vivos al río y al mar, que tiró a las madres también, a tres de nuestras compañeras. Las tiraron vivas al río. Y después qué, vos a un tipo de esos lo metés en la cárcel, y decís "bueno ya está, a hora se hizo justicia". Está bien que vayan presos, pero no se hizo justicia. Apenitas una pena. Ahora los quieren devolver a sus casas porque son viejitos, hay que traerlos a la casa. Me dicen "¿Vos vas a decir algo?" No, porque los van a traer igual. No me voy a gastar en decir una sola palabra. Los van a traer porque ya están algunos, unos cuantos, más de los que nos dicen. Por eso compañeros no hay que dejar pasar nada en la vida. No hay que dejar pasar nada de lo que pasa ahora. Le tenemos que hacer p agar caro a Macri lo que está haciendo, porque no es una dictadura pero casi casi. No me digan que no hay que hacerle nada porque esto es democrático, es otra mentira y es otra injusticia creer que este gobierno es democrático. Que fue elegido por la volun tad del pueblo es una cosa, pero que es democrático es otra. Y otra vez la mentira, y otra vez el valor de la palabra. ¿Hasta dónde lo vamos a llevar al valor de la palabra? (...) La justicia, compañeros, no es meter a un hijo de buena madre en la cá rcel. Eso es una pequeña reparación. Ni hablemos cuando nos quisieron reparar con plata, las madres rechazamos todo lo que sea pagar por la vida de los hijos, ni locas. Este pueblo todavía les debe a nuestros hijos un reconocimiento como el de Néstor. No u na plaquita, no una baldosa en el piso. A todos por igual, reconocerlos como hombres y mujeres capaces de dar lo mejor que tenían, que era su vida, su juventud, su historia, su familia, sus hijitos. Un revolucionario nunca es terrorista. Es un hombre que a ma a su pueblo, que da su vida por su pueblo. ¿Cómo podemos decir que es terrorista? Terroristas son ellos. Son los que te matan de hambre, ahí es el terrorismo. 'Hijo de puta' no es una mala palabra, la mala palabra es 'hambre'. Entonces todo eso tiene qu e ver con confundir las palabras, el valor de las palabras, y con saber qué es, dónde está la justicia, o la pequeña partecita de justicia. La justicia tiene que ser algo que nos haga feliz. Y a mí no me hace feliz que los milicos vayan presos. Yo siento q ue hay una pequeña reparación para mostrarles a ellos que también pueden ir presos, pero no van presos, ni los torturan, ni les pegan. Van a lugares privilegiados, llenos de comida, con todas las ventajas de lo que pidan. Yo no quiero que se mueran, quiero que vivan, para que sufran, y para que vean cómo, a pesar de todo y contra todo, las Madres los vencimos, las Madres les ganamos, porque no dejamos que mueran nuestros hijos, y ese es un acto de justicia. Nuestros hijos no van a morir nunca, porque ya hay miles de pibes que levantan sus banderas. Eso es un acto de justicia. Así que, compañeros, gracias por haber venido, y bueno otro día por ahí les cuento más cosas.

lunes, 12 de febrero de 2018

Desempolvando la Doctrina de Seguridad Nacional

(Diario Contexto) El ministro de Defensa, Oscar Aguad, anunció la creación de una Fuerza de Despliegue Rápido que actuaría en todo el país. El diputado Guillermo Carmona criticó el involucramiento de las Fuerzas Armadas en temas de Seguridad Interior. Con la excusa del “combate al narcotráfico y al terrorismo” y con la supuesta “la amenaza mapuche” como el nuevo “enemigo interno”, intentan consolidar el modelo represivo del gobierno de Macri.El ministro de Defensa, Oscar Aguad, anunció la creación de una Fuerza de Despliegue Rápido conformada por miembros de las Tres Armas (Ejército, Marina y Fuerza Aérea). El ministro aseguró que el fin de este nuevo grupo sería “prestar apoyo” a las Fuerzas de Seguridad en “combate al narcotráfico y al terrorismo”. Algunos medios aseguraron que también sería utilizado para combatir “la amenaza mapuche”.
Según afirmó el diario Infobae, las Fuerza de Despliegue Rápido tendría entre sus funciones combatir “el avance de grupos violentos mapuches extremistas”. Luego, en el mismo artículo se señaló que “desde las Fuerzas Armadas ven que hace falta una mayor presencia militar para cuidar los recursos naturales. Una alerta que se observó el año pasado fueron los ataques de vandalismo del grupo RAM en la zona de Vaca Muerta”.
En declaraciones a Radio Mitre, el ministro Aguad sostuvo que “la creación de una Fuerza de Despliegue Rápido, que estará conformada por las Tres Armas y tiene, entre otras, la misión de tener un apoyo logístico sobre la seguridad del país, sobre todo en materia de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”.
Un punto clave, que el ministro Aguad trató ignorar o minimizar es que las Ley de Seguridad Interior y la Ley de Defensa prohíben la participación de las Fuerzas Armadas en temas de Seguridad Interior. Ambas normativas fueron creadas tras la recuperación de la democracia y tenían como fin evitar que se repitan los terribles actos del Terrorismo de Estado.
El involucramiento de las Fuerzas Armadas en temas de Seguridad Interna responde a explicito pedido que, hace ya varios años, Estados Unidos le hace a Argentina. Sin embargo, el gobierno norteamericano no aplica para sí lo que le pidió a los sucesivos gobiernos argentinos y que hasta ahora había sido rechazado. En Estados Unidos, Defensa y Seguridad tiene sus campos bien divididos y no se mezclan. Pero al gobierno Mauricio Macri eso parece no importarle.
En diálogo con Contexto, Guillermo Carmona, diputado nacional por el Frente para la Victoria señaló: “Hace un tiempo vengo advirtiendo que estamos ante el peligroso regreso a la Doctrina de Seguridad Nacional. Vimos cómo Macri autorizó el derribo de aviones, mediante un decreto que establecía una situación de emergencia en seguridad. Vimos cómo el gobierno avanzó en capacitación a las Fuerzas Armadas en acciones directamente vinculadas con la Seguridad Interior. Desde el Congreso hemos advertido y rechazado varios de los ejercicios militares que se proponían de parte del Poder Ejecutivo, en virtud de que involucraban a las Fuerzas Armadas en capacitaciones que tenían por objeto la lucha contra el terrorismo, contra el narcotráfico y contra el contrabando. Todas problemáticas propias de la seguridad interior”.
Carmona también afirmó que “en esa línea de políticas, alineadas con la Doctrina de Seguridad Nacional, aparece ahora esta iniciativa, que es absolutamente ilegal por ser contraria a la Ley de Seguridad Interior y a la Ley de Defensa”.
“Esta situación tiene una clarísima relación con las políticas de seguridad que promueve Estados Unidos en el mundo, en especial en América Latina. No resulta llamativo que el ministro de Defensa, Oscar Aguad, anuncie esto a pocos días de haber pasado por Argentina el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson”, sostuvo.
El legislador aseguró: “Hemos visto los efectos nefastos que generaron esas políticas en países como México y Colombia. El involucramiento de las Fuerzas Armadas en la lucha contra el narcotráfico ha generado en esos países una enorme corrupción y una escalada permanente de la violencia y la inseguridad”.
“La preparación de las Fuerzas Armadas implica funciones muy distintas a las de las Fuerzas de Seguridad. Una vez que se militariza la Seguridad Interior, lo represivo predomina sobre lo preventivo”, explicó.
Carmona aseguró que “desde el Congreso vamos a plantear la ilegalidad de esta medida y vamos a denunciar que Argentina está incursionando en prácticas que ya vivimos en la década del ‘70 y que derivaron en el Terrorismo de Estado”.
Por último, el diputado destacó que “una condición necesaria para toda Doctrina de Seguridad Nacional es la creación del ‘enemigo interno’. En los años ’70 era ‘el fantasma del comunismo’, en el siglo XXI ‘el fantasma de la amenaza mapuche’. Nadie, con un poco de sensatez, puede aceptar que se trate de una amenaza real. La estigmatización de los mapuches es terrible y la imputación de que entre ellos hay algunos grupos terroristas es totalmente falaz, fantasiosa y tiene una clara carga xenófoba”.